Pues parece que no han aprendido la lección y las críticas que le llovieron, porque pocas semanas después vuelven a repetir la misma estrategia con el Note 3. Parece que no aprenden la lección y caen una y vez otra en las mismas historias, tienen un exceso de ego tan alto que se creen en derecho de hacer lo que quieran sin más.
Explicamos como fue el caso. Profesionales del sector que se dedican precisamente a poner a prueba los teléfonos y hacer un informe sobre lo que les parece, se dieron cuenta que algo no cuadraba, más que nada porque al compararlo con el LG G2 habían datos demasiado diferentes, y eso es posible en ciertos aspectos, pero no pueden haber semejantes diferencias en dos teléfonos que montan en mismo procesador (Snapdragon 800 a 2,3 ghz).
La táctica empleada es licita, hace trabajar el teléfono según el tipo de aplicación, así optimizas al máximo el equipo. El problema viene cuando curiosamente esa optimización ocurre con na serie de aplicaciones en concreto que curiosamente son más que utilizan los test para sacar las estadísticas.
Queda claro que Samsung ha vuelto a querer tenerla más grande que nadie pese a quien le pese. No entiendo porque tienen que utilizar estas tácticas tan rastreras, y más cuando sus equipos no tienen competencia preocupante. Quizás vayan tan de sobrados que no les importe tener críticas si con ello tienen más repercusión mediática. Porque otra idea no se nos ocurre, puesto que hay que ser muy tontos para pensar que nadie se va a dar cuenta de que hay truco.
Esperemos que este inconveniente siente unas bases y que los fabricantes empiecen a programar los teléfonos para que trabajen según el tipo de aplicación que ejecuten, y no un reducido grupo de aplicaciones, sino todas. Seria bueno que las aplicaciones estuvieran catalogadas y los procesadores actuarán según la aplicación.
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